Soy PAS: los riesgos de etiquetarnos
Reconocerse como PAS trae alivio. Esto es lo que suelen
decirme las personas que descubren que son altamente sensibles y también es lo
que me ocurrió a mí. Saberlo nos permite comprender muchas de nuestras sensaciones
físicas, de nuestras reacciones emocionales y mentales, de nuestras actitudes y
comportamientos. Dar un sentido a lo que nos pasa suele traer claridad y nos
ayuda a organizar nuestras percepciones y nuestras ideas.
También alivia saber que no somos “bichos raros” ni personas “defectuosas”
por ser más sensibles que otras, y que tampoco tenemos la “culpa” de serlo,
debido a que se trata de una característica involuntaria, generalmente innata.
Alivia, además, saber que hay factores culturales que inciden
en que nos sintamos muchas veces en desventaja o incomprendidos/as: la cultura
occidental de hoy en día privilegia la extroversión, los estímulos fuertes, la
velocidad, la exposición de la intimidad, la despreocupación, la liviandad, etc.
Cuestiones que no siempre nos resultan cómodas y que nos llevan muchas veces a
sentir que no “encajamos”.
Reconocer
nuestros rasgos nos ayuda entonces a entender lo que nos pasa y a darnos cuenta
de lo que nos lleva a reaccionar como reaccionamos.
Pero como ocurre con casi todas las etiquetas, identificarse
demasiado con ellas puede traer inconvenientes. Desde mi punto de vista, la
etiqueta PAS puede ser, en algunos casos o en algunos momentos, contraproducente.
Uno de los mayores riesgos de esta etiqueta consiste en sentirnos víctimas de
nuestra propia sensibilidad e impotentes para modificar sus consecuencias. Es
decir, creer que no tenemos la opción de cambiar o que no podemos hacer nada al
respecto. En realidad, una vez que nos identificamos como tales, tenemos la posibilidad
de desarrollar sus dones, aquellos aspectos de la sensibilidad que nos
benefician y también la oportunidad de aprender a modificar nuestra actitud respecto de lo que nos afecta.
Todas las personas tenemos algún tipo de temperamento que favorece
cierto tipo de reacciones físicas, emocionales
y mentales de manera automática e involuntaria. Podemos tener tendencia a
reaccionar con miedo, con enojo o con ansiedad, frente a determinadas
circunstancias. Seamos PAS o no PAS todas tenemos algún tipo de característica automática
que necesitamos regular si queremos mejorar la relación con nosotros/as mismos/as, con los demás y con nuestras circunstancias.
Si una persona se etiqueta como miedosa, por ejemplo, puede quedar
atrapada en sus miedos o buscar las formas de sobreponerse a ellos, dependiendo
de cómo conciba esta etiqueta. La diferencia de actitud, obviamente, es
fundamental. La primera actitud nos deja varados, limitados, mientras que la
segunda nos da la posibilidad de superarlos. Quizás no dejemos de sentir miedo,
pero con el enfoque y los métodos adecuados, podremos hacer, resolver o
aprender a pesar de sentirlo y, con el tiempo y la práctica, es probable que se vayan atenuando.
Con la alta sensibilidad sucede otro tanto. Las ideas y las
creencias que tenemos respecto de lo que implica “ser PAS” influyen en nuestras
actitudes, en nuestra autoimagen y en cómo nos manejamos con ella. Algunas PAS,
se sienten “condenadas” (como ellas dicen) a padecer por su extrema
sensibilidad, mientras que otras encuentran formas de regular los
inconvenientes que la misma suscita. Esta etiqueta (PAS) puede hacer que nos identifiquemos demasiado
con este rasgo. Es importante recordar que el tipo de sensibilidad que tenemos
es sólo un aspecto de nuestro temperamento o de nuestra forma de ser. Esta
característica no define nuestra totalidad ni cómo nos manejamos con ella.
Somos seres complejos, tenemos muchas otras características,
además de la capacidad de transformarnos. Nuestro
sistema nervioso es plástico, maleable hasta cierto punto, es decir, que es
entrenable. De la misma manera que podemos entrenar nuestros músculos para
tener más resistencia y movilizar las articulaciones para lograr mayor
flexibilidad, también podemos entrenarnos para manejar mejor nuestra alta
sensibilidad.
Reconocernos como PAS nos ayuda (de la misma manera que nos
ayuda saber que tenemos tendencia al miedo o al enojo), pero no es saludable
pensar que nos determina a vivir abrumados/as o aislados/as.
Lic. Eugenia Lerner
Lic. Eugenia Lerner
Estimada, Eugenia, usted es lic en ?aguardó ansioso su respuesta ,que este bien
ResponderEliminarBuenas días Eugenia! Me gusta y comparto tu perspectiva sobre las características de las PAS . He leído mucha tendencia a la victimización y también idealización Muy bueno! Gracias!!! Susana
ResponderEliminarMuchas gracias, Susana, por tu comentario!! Me alegro de que compartas mi perspectiva.
Eliminar